Que la Tierra gira alrededor del Sol es algo que casi todos
tenemos bastante claro. Tampoco vacilamos si nos preguntan por el orden de las
estaciones. Sin embargo, algunos se quedan callados o responden erróneamente si
se les pide explicar el motivo por el cual después de la temporada de playa y
piscina pasamos a la que protagonizan las castañas y las hojas cayendo de los árboles.
Hay quien responde siguiendo el principio de la navaja de Ockham, ya que aunque
se les ocurran explicaciones más sofisticadas se acaban quedando con la más
sencilla: “es verano cuando estamos más cerca del Sol e invierno cuando nos
pilla más lejos”. Pero en este caso el socorrido principio no nos lleva al
acierto, a no ser que vivamos en el hemisferio sur. Lo que sí es una
consecuencia de estar más o menos alejados del Sol es que el planeta recibe más
radiación cuando es verano en el hemisferio sur -ya que estamos más cerca de la
estrella- que cuando es verano en el hemisferio norte.
La sucesión de las estaciones se debe a la oblicuidad del
eje de rotación terrestre, que tiene una inclinación de unos 23.4º. Si la inclinación
fuese nula, como sucede aproximadamente en Mercurio, viviríamos en una misma
estación permanentemente. Sólo necesitaríamos un tipo de ropa, más o menos
abrigada en función de los lejos o cerca que estuviésemos del ecuador; las
hojas de los árboles no se caerían por variaciones de la temperatura; no podríamos
decir “winter is coming” … Y probablemente Albert Camus no habría escrito esto:
"En lo
más profundo del invierno, finalmente aprendí que dentro de mí se encuentra un
invencible verano."
Como veis, esa inclinación hace que nuestras
vidas sean menos monótonas, más entretenidas.
Por
tanto, es verano en la mitad del planeta que está más inclinada hacia el Sol, debido
a que los rayos solares caen más perpendiculares a la superficie terrestre. Esto
de que la inclinación de los rayos sea distinta en lugares que se encuentran a
diferentes latitudes tiene otras implicaciones, aunque no tan evidentes como el
paso de las estaciones. Sirva de ejemplo el cultivo de la vid: los viñedos en
España se plantan en terrenos llanos, facilitándose así el trabajo de campo;
sin embargo, en Alemania suelen encontrarse en zonas con una cierta pendiente que
compense la mayor inclinación con la que incide el Sol en estas latitudes mayores.
¿Y qué pasaría si la oblicuidad de la
Tierra cambiase? Seguiría habiendo estaciones, pero las horas de luz que recibiría
cada lugar del planeta a lo largo del año cambiarían. Si la oblicuidad aumentase
hasta 49.5º o más, en España podríamos disfrutar del sol
de medianoche durante parte del año, aunque también tendríamos que soportar que
no saliese el Sol durante varios días seguidos.
Casi mejor no tocar nada.
El sol de media noche, en verano, se paga en invierno con noches infinitas. Casi mejor no tocar nada, en efecto ;-)
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