Los huevos de las aves, a diferencia de los de los peces y
los anfibios, no son esféricos. Tienen una forma ovalada pero asimétrica, ya
que un extremo es más ancho que el otro. Esta figura se llama ovoide, que
precisamente significa ‘con forma de huevo’.

Partiendo de esta deducción, -que nace de mi siempre
presente ley del mínimo esfuerzo-, me pregunté el porqué de esta caprichosa
forma.
Un huevo esférico saldría rodando fácilmente con cualquier
golpecito o perturbación. Por el contrario, con su forma ovoidal los huevos se
mantienen en el sitio rodando en círculos si son empujados.
Además, si hay más de un huevo en el nido, esta forma hace
que se optimice mejor el espacio, ya que los huecos que quedan entre unos y
otros cascarones son menores. Por tanto,
caben más huevos en el nido que en el caso de que fueran esferas. Otra
consecuencia de que con su forma ovoide encajen mejor es que la superficie de
contacto entre los huevos es mayor, por lo que pueden darse más calor y amor
unos a otros.
Por si fueran ya pocas las razones que las aves nos dan de
por qué motivo ponen huevos con forma ovoidal, hay una más: les es más fácil
expulsarlos que si fuesen esféricos.
Y hasta aquí la razón de por qué un huevo tiene forma de
huevo.